viernes, 1 de septiembre de 2006

Ninguna mujer es toda dulzura... (Madame Recamier)


Antonia me paso el libro de Elizabeth Hilts, Como ser la perfecta cabrona, pero no estoy muy segura de necesitarlo. Sino, que se lo pregunten al electricista que hoy me odio tanto que ni se despidió cuando terminó el trabajo.

Yo no estoy en el mundo laboral, lo abandoné, como dije en "mi presentación" pero todavía me acuerdo que cuando mi jefe me pedía que hiciera un trabajo, ni se me pasaba por la cabeza decirle... oye, que estaba por terminar, y quedan unas cuantas formulas por hacer, y salvarlo al disco, así que lo dejo así y me marcho a casa, y ya lo terminas tu... que????????? Ni hablar.

Mi electricista y el gasista vinieron a colocar una cocina nueva, muy grande, donde casi diría yo que puedo hacer hijas asadas. El horno es enorme. Por sacar la cocina vieja, desconectar el gas, volver a conectar el gas, arreglar DOS enchufes y sacar un ventilador de techo nos cobraron $600 ($ = dólares). La mitad de un salario normalito, por dos pibes, ningún material, 2 horas de gasista y 4 de electricista. Y no estuvo aquí nadie trabajando a destajo, bastante relajadito.

Todos éramos amigos hasta que el electricista (el gasista hacia rato que se había marchado) mira el reloj y dice... “doce menos veinte! Qué tarde!” y comienza a levantar las cosas para largarse.

Marido le recuerda educadamente (para eso aquí todos vienen de una cigüeña inglesa) que tiene que poner una tapa en el techo, donde antes estaba el ventilador. Electricista mira el techo y dice... “oh shit!”.

Mirando el reloj y casi casi saltando como el conejo de Alicia el país de las maravillas se va en dirección a la puerta de entrada. Vuelve conejo saltarín y dice... “lamentablemente no tengo tapas, así que por que NO LE PONEN UN POCO DE ENDUIDO, Y LUEGO LO LIJAN Y LO PINTAN (el emplaste? El techo?) y va a quedar mucho mejor...”

NO TE JODE!?

Yo quiero la tapa. No quiero enduir. No quiero pintar. No quiero lijar. No quiero nada. Acepte el presupuesto porque ya no podemos mas de hacer cosas en esta casa para prepararla para la venta. La lista de “cosas para hacer” era interminable y poco a poco casi terminamos con todas. Y nunca incluimos pintar el techo de la cocina. Esta pintado hace poco, esta limpio, esta perfecto. No necesitamos más y si los compradores caminan rápido, ni siquiera van a ver la tapa. Y aunque todo apunta a que mi pensamiento es lógico y razonable, de repente, marido, que parecería que tiene acciones en todos los gremios de la construcción dice "si, no pasa nada, quedate tranquilo que ya lo arreglamos nosotros”.

Tic toc tic toc....
Silencio….
Tic toc tic toc....

De repente, yo entre en modo toro y dije ....“ni hablar”.
Electricista miró con cara de espanto.
Marido miró (estoy segura!) con cara de “que suerte que salto la loca, no quiero pintar”.
Digo... “el presupuesto nos lo dieron por todos los trabajos concluidos. No lo podes hacer hoy? Ningún problema, hasta que no lo termines no te pago...”.
Electricista en estado de ebullición.
Marido con cara a medio camino entre el bochorno y el alivio.
Electricista pensando muchos insultos en ingles. Sale y vuelve dos minutos después con una tapa (milagro! Apareció la tapa!). Pone la tapa en el techo. Electricista me mira, le extiende la mano a marido, marido paga, electricista saluda a marido, me corta el rostro y se va sin saludar.
Electricista maaaaaaaaaalo!.

Justamente el domingo hablábamos mi cuñada, marido y yo sobre la tendencia que tienen ambos a aceptar las circunstancias sin rechistar. En bobadas, claro, no en grandes temas. Su teoría es que como tuvieron una infancia dura, con padres con problemas económicos, ellos siempre comieron lo que su madre les daba “porque no se podía desperdiciar” y de ahí, que acepten un café frío, un trabajo mal hecho, etc...

Yo? Naaaaaaaaaaaa... yo protesto. Yo protesto en exceso. Por todo. Incluso antes, por las dudas. Por que? Supongo que porque viví 36 años en países en donde todo se hace mal por defecto, la chapuza es casi la norma, y el que no protesta no sobrevive (el que no llora no mama...)

Y me produce una profunda satisfacción ganarle al Electricista, aunque pensándolo bien, quizás es tema para preocuparse...

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