La foto que puse hace un rato, la de la plastilina, la puse a pedido de. Resulta que Anna me vió subiendo fotos y quiso poner una foto de su plastilina. Supo ser 4 colores diferentes que se juntaron y se creó ese color marrón cacoso, que sin embargo, visto en detalle tiene su belleza. Como todo. Así que ahí está la explicación.
La tormenta de hoy fue impresionante. vientos de 80 km. D no trabajó. Se había pedido el día libre hace tiempo porque íbamos a ir al concierto de Powderfinger y Silverchair, dos bandas australianas (excelente powderfinger, menos Silverchair, aunque no dejan de ser muy buenos). Finalmente por tres mil cosas y el destino, decidimos vender las entradas y no ir. Menos mal porque a mi los conciertos me gustan, pero no con paraguas. La tormenta vino, dejó barro y charcos, y se fue.
Mamá estará tocando ahora el tiembre en casa Gustavo porque pasa a buscar un libro. Y yo querría ser mosca para verlos. ahora mismo. Son las 10.07 am hora argentina. riiiiiiiiiiiiiiin
Las personas que una va recogiendo por el planeta a lo largo de la vida son increíbles. Me sorprende cantidad. todo el tiempo me sorprende.
Estuvimos ¨las chicas¨en la pisci. olivia anda flotando con su chaleco "i do it! i do it!". Es verano. Con tormenta incluida, totalmente verano. Esta mañana compramos un pie para la sombrilla. En la otra casa parecía la cúpula del vaticano, acá es como una sombrillita japonesa. Parece enana.
Por la tarde, cuando estaba el cielo negro y las chicas tomaban la merienda, intenté que doug me sacara una foto para que pudiera verse mi pelo estilo ¨sastrecillo valiente¨ y en todas las fotos se me crecía la nariz, o se me torcía el gesto. Odio las fotos (y los espejos, y las peluqueras, y las arañas). Así que decidí hacer un ejercicio espiritual, y me saqué fotos a los pies.
Dedo relajate. Y los dedos, cuando estaba por disparar, se me movían. Incómodos ante la perspectiva de quedar retratados, no sabiendo muy bien que pose poner. Como posar. Qué hacer.
No puedo ni siquiera sacarme una buena foto a los pies. Se me tensiona el rictus.
a mi, a los pies. Y eso que los pies me gustan.
Hoy es el cumple de Malén. Supongo que estará mirando su querida isla, celebrando su cumpleaños. Feliz cumple, malenita
Y esto es para el hacedor de libros. Lo estuve buscando, porque sabía que lo tenía por ahí perdido. Y lo encontré.
**********
Leer Estoy leyendo un libro mal encuadernado en el que las últimas palabras de cada línea se pierden en las profundidades del lomo, de manera que para acceder a ellas hay que desviscerar el volumen. Al principio, pensé en devolverlo, pero me he aficionado a hurgar en él como en las interioridades de un centollo. Las palabras rescatadas a los entresijos saben mejor que las que están a simple vista.
Parece mentira que hayan inventado un libro electrónico, que por lo visto imita la textura del papel, y no hayan descubierto un libro que se pueda chupar, como la cabeza de una gamba, para extraerle la masa encefálica. De momento, si encuentra usted un volumen mal encuadernado, lléveselo a casa, arránquele los sesos sin escrúpulos y no dude en metérselos en la boca.A veces, para acordarnos de que las palabras tienen sabor, conviene poner dificultades entre ellas y nosotros. O leer en un idioma extranjero.
Un día, volando en una línea aérea alemana, me puse a hojear la revista de a bordo y lo entendí todo hasta que caí en la cuenta de que no sabía alemán. Ahora que tanta gente se va a estudiar inglés a Londres, hay que reivindicar el don de lenguas, que consiste justamente en disfrutar de los idiomas con la boca. Si te relajas y no piensas tanto en el significado de las frases como en su sabor, lo comprendes todo sin necesidad de estudiar.
Cuando las palabras sean un bien escaso, como el caviar, recuperaremos el asombro de tragárnoslas y de volverlas a la boca, como los rumiantes, para masticarlas por segunda vez. El problema es que comemos palabras a todas horas, todos los días del año.Los monjes de clausura, que sólo pueden hablar a determinadas horas, usan el alfabeto con avaricia. Cuando los vocablos son caros, se utilizan con más gusto, porque se añora su sabor. Ese niño que balbucea sus primeras palabras asombra a toda la familia, porque en él el vocabulario es todavía una rareza.
Quizá usted no haya tenido ningún niño, pero si tiene la suerte de tropezar con un libro mal cosido, cuyas palabras sea preciso extraer de sus vísceras con la perversidad con que arrebatamos las huevas al salmón, tal vez adquiera o recupere el placer de leer este verano.Enhorabuena.
j.j. millas.
1 comentario:
Ayer viernes por la mañana, al entrar en el edificio donde vivo Nuria me contó que cuando vos eras una nena ella te traía a una clínica que estaba en Paseo Colón. Y que un día de cita en el consultorio del Dr. Silva el kiosquero de Chile y Defensa te regaló un librito de cuentos para niños.
Le conté a Nuria que en el edificio donde yo vivo, a pasos del kiosco de aquel recuerdo, tenía el consultorio mi médico pediatra, el Dr. Rodríguez. El Dr. Rodríguez vive todavía. Camina en bata por los largos pasillos con sus noventa y dos años. Los días de sol, sube por un ascensor a la terraza, la anda de punta a punta, y luego baja por el otro ascensor.
Con Nuria no tuvimos que desvicerar nada. Los recuerdos en la mañana lluviosa del viernes estaban a simple vista.
Parecía mentira.
Publicar un comentario